lunes, 2 de mayo de 2011

Último pensamiento



Saben, a veces pienso que soy un despropósito de introversión, fachada seria, y felicidad estreñida. Mi mirada me delata las más veces, mis labios, mis labios siempre lo hacen; aunque no se pronuncien, resultan mejores oyentes que oradores. Siempre esa sonrisa atenta, con los pabellones bien abiertos; desembocando a menudo en un parloteo risueño: risa. Odio lo adorable que puede llegar a resultar tanta dentadura ampliamente exhibida, y más aún cuando se desprende alguna lágrima desbordante de alegría.
Así pues decidí convertirme en un ogro de esos mugrientos de lodo y babas, con lombrices entre sus orejas peludas, dientes alternadamente roídos y ennegrecidos, aliento fétido, sudorosa piel agrietada, y malhumoradamente tóxicos. Fue en vano… resulto que los ogros son seres encantadores, de corazón enano y cerebro aún menor pero de una sensibilidad y civismo asombroso… y no huelen tan mal.
Con ello, ando buscando en mi listín telefónico algún ser vil que arranque de mí todas las cosas buenas y las sume al maletín de mis peores. No ha habido suerte, mi listín sólo está lleno de gente alucinantemente asombrosa… incluidos aquellos que me provocaron y provocan los más desconsolados llantos. Ummm...… ¿Alguien me puede pasar algún vil contacto?


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