martes, 26 de abril de 2011

Retinas que se desprenden... sangre que no bombea.



La rabia hacía ensangrentar sus ojos hasta el punto de desorbitarse al filo de sus colgaderas pestañas. Desesperó la espera, sin más. Hasta que un día encontró aquella mina antipersonas definiendo la delgada línea de oscuridad entre tinieblas que sus ojos albergaban. Tanta rabia contenían sus vidriosos ojos, que no pudo contener un desbocado sollozo; la nefasta explosión dolorosamente arranco sus ojos. Visualmente mutilada cegó sus sentimientos. Si no era capaz de ver, no lo sería de sentir- así lo pensó. No volvería a avistar quién se precipitaría -torpemente- en su lento caminar interrumpiendo el siempre pedregoso camino.



[Dicen que he cogido color en estos días festivos. Un color oscuro que se refleja en mi mirada, las más veces; debe ser que el tóxico aire de la ciudad empieza a asfixiar mí mirada…]



lunes, 25 de abril de 2011

plumbagina.


Dicen que lo hice a sabiendas. Que olvidé aquel lápiz en el hueco de luz que quedaba desnudo frente a lo estrambótico de las lámparas, y el olor a humo caducado entremezclado con la espuma de cerveza que queda olvidada en las comisuras.
Aquella noche cerré mis ojos, un instante mientras entonabas el empiece, e imagine unos esbozos a grafito. Trazos perfectamente indispuestos, temblorosos ante el sonido de tu voz desnuda relatando el desenfreno de sudor masturbado y paredes sordas. Me llevaste de la mano, sin saberlo, a uno de los mundos de los que emergen tus pensamientos ante el boceto de tus labios acompasados.
Dejé al descuido aquel lápiz impregnado de mi olor, de ese que susurra a gritos mi nombre para que no se olvide con los días. Algún día volveré a por él, para estrecharlo entre mis dedos; no quisiera que olvide mi textura ni mi “Botero” trazo. Mientras tanto, confío mi compañero a tus artísticas manos e inquieta partitura mental. Así, a través de ese grafito comparto el remilgo del deseo de un beso que quedó pospuesto para otra nocturna farola, otra acera maltrecha, otras borrosas estrellas.






viernes, 22 de abril de 2011

357 Mag.





 
Tomé el revólver FN Barracuda 357. Mis manos estaban congeladas, mi presencia taciturna y la mirada más perdida que nunca. Siempre fui un chico distraído y ensimismado, en aquella ocasión sobrepasé mi límite de recogimiento. Aún así la frialdad de mis manos se transmitió a mi sien la cual no cruzaba emoción alguna, sólo una concatenación de recuerdos y vivencias que iba hilando pacientemente de manera minuciosa. Todo empezaba a cobrar sentido, mi lamentable vida comenzaba a tenerlo. Llegué a la conclusión de que siempre había sido un ave de paso, y nunca conseguí albergarme en un cobijo acogedor, de esos en los que sirven sopa de tomate caliente y café aguado. Había viajado demasiado en mi corta vida, las más veces haciendo uso del pulgar. Había conocido mundo, parajes recónditos, gentes afables y truculentas, y siempre desde la distancia de unas gafas quebradas y mugrientas.
De lo que mi brillante mente no era capaz, era remendar el recuerdo de la noche en que mi monstruo se mostró ante mí; y lo hizo de manera hambrienta -demasiado tiempo en el letargo del subconsciente.
Ni siquiera conocía a aquellas chicas que pararon a mis pies aquella furgoneta prestada-robada  de Simon’s & Co. Eran divertidas, jóvenes en edad universitaria, de las Llanuras de los Grandes Lagos, protestantes –por lo que pude intuir-, fumadoras sociales y bebedoras de whisky bien entrenadas. Bromeaban sin cesar, y yo con ellas; resultó entretenido el viaje con dirección a los Apalaches. Nunca había sido capaz de sentir aquella felicidad de lo ajeno y una superlativa envidia al mismo tiempo; fue entonces cuando despertó. Al ver aquellos rostros felices inundados de de vida, me hicieron ver lo que yo nunca tuve y nunca llegaría a tener: un motivo para levantarme cada mañana; y ellas lo tenían cada día, cada segundo de su vida.  Fue entonces cuando la fiera despertó vorazmente al ver el brillo del revólver en la parte trasera de la furgoneta, mientras repostábamos a media noche. El resto… una concatenación de pavorosos sucesos que me sitúan en la cama del Ohio House Motel ante el reflejo de las salpicaduras que sonrojan el revólver que el señor Simon dejó olvidado.
Decidido, tras mi afán costurero, blandí el arma. Acabaría con aquel monstruo emergente.



miércoles, 20 de abril de 2011

Juglar


Canta hoy el juglar por las empedradas al amanecer, una canción de pasiones cohibidas por la ferocidad de la ira. Veda de pasión trasnochada da lugar a clemencia de los despojados suspiros a tientas. Doncella que calma su pena tras las colgaduras en dorados. Yacía esta en el lecho, recordando el hervir de su pecho, los resoplidos huracanados que acariciaban sus tímpanos, las calidas manos que apresaban su cintura, los riachuelos de humor que discurrían hacia su epicentro, el atisbo en sus ojos… La fiel felonía a su Señor fue apresada de zócalo y flanco, desterrada a la más de las remotas e inmundas reclusiones. Cantaba el juglar que la voracidad de las mordazas y arenas del  yermo devorarían al infame; entretanto la doncella carcomida por fenecer en vida de puro amor. No volverían sus pechos a mecer sus cabellos, ni sus dedos a coser en él caricias aterciopeladas, el verde esmeralda reflejado en sus pupilas se fulminaría, sus pestañas no dibujarían un nuevo alborecer en las moteadas mejillas, no elevaría su ánima por el deleite de resultar arremetida y su ahogo se perdería entre el oleaje del viento.
Qué nefasto colofón de pasiones tras astas emboladas, el de un frenesí que delirantemente enajenó dos almas cavilosas en el desdén de sus actos; llevándolas al infortunio del martirio. Cenizas de brasas sobre las ascuas vetustas, trova así el viejo laúd acongojado al vislumbrar el perecer de lo fugaz. Alejándose por un callizo entona el juglar a su fiel aliado- “de lo terrenal lo humano, de lo humano lo efímero…”






domingo, 17 de abril de 2011

Soul.

I’m petrified. I just can’t move myself. “Oh man! … it’s gonna be the end of my short career as… “- my brain said in a whisper. “ Bloody spotlights! Someone could say to the barman that we’ll go blind…”- my eyes interrupted my brain.
My hands and knees are shaking in time to my hysteria. However, the adrenaline takes over my mind and intoxicates my human senses. I close my eyes as my mouth leaped into the microphone. My breathing speeds up and my vocal cords give the beginning of my madness… I really love this sensation… Music weightlessness.

Deep breath and… 



 “Madness, it’s my name…
Madness,
it’s the sounds of my heartbeats,
it’s the way I’m…
I’m wrapping my arms,
my arms around my soul.
My soul…
lead to safety.
‘Til I loose myself.
Madness follows my shadow
while drunk demons are fighting.
I feel like…
 I’m floating through existence
Madness is driving me insane…
Madness it’s my name,
it’s my soul
it’s the way I am. “








domingo, 10 de abril de 2011

Fulgor de cenizas

   Lo arrasó todo. Aquel incendio no dejó títere con cabeza. Ennegreció las paredes, prendió las cortinas, fundió las acuarelas “apasteladas” enmarcadas con el dorado del buen gusto, las fotos de viajes mochileros se desintegraron, las flores de los tiestos perecieron intoxicadas, consumió el sofá-cama de invitados, licuó los vasos de vino, deshizo los libros de mesilla, disgregó los acordes de la guitarra, los perfumes expiraron sus aromas entre el humo…
No resistieron más que cenizas entre los escombros de una vida construida de ilusión y buen devenir. La sombra de aquel hogar se evaporó, de igual modo; y entonces, la destrucción cruzó el entrecejo de su mirada. Desvalida, frente a la puerta de aquella casa, miraba como las vigas temblorosas sostenían su ligero peso ante el soplo del sutil cálido viento sureño. Nunca imaginó que el fuego pudiera llegar a ser tan peligroso, capaz de derruir en su hipnótico danzar sus más valiosos haberes.  
Tornó una última vez la mirada hacia aquellos vestigios. Mientras una tímida trémula lágrima se descolgaba, evocó a sí misma el no volver a desafiar las flameantes del fuego con las veleidosas lluvias ante delicado acervo de toda una vida.





 
 [A todos aquellos que perdieron lo más querido...]


martes, 5 de abril de 2011

Huellas de la derrota

El hombre del que todo, o casi todo, el mundo bisbisea tras su lomo o desgañita ante sus ojos. Un hombre complejo, turbador, patizambo de pensamiento y estrábico de visión; poco lúcido o lo suficiente para sortear las cornadas, que ya  se venían avecinando desde la entrada a la plaza, dejándolas a manos de novilleros de mal hacer o matadores desterrados.
No fue fácil lidiar en un camino colmado de los escombros de la destrucción y desidia, para volver a levantar los travesaños con la tenue voz de la esperanza. Decayó frágilmente su voz, convirtiéndose en un eco que no cesaba de retumbar entre la oquedad de las montañas tratando de dar aliento a los desalentados, que escondían sus vertebrados y desnudos cuerpos entre las Ibéricas de Altamira.
La perspectiva de la esperanza se desvaneció con la llegada de la bruma perenne a una civilización que clavaba su mirada a la bóveda celeste ante la dilación de la lluvia. Sequía continúa inundando nuestros campos, hogares y aprieta los fajines hasta entumecer las manos castigadas por codicia, ambición e inconsciencia.
Las masas dejan de colmar sus tímpanos decorosamente, tan sólo algunos miran sus fruncidas cejas con la misericordia de la compasión, el resto crucificaba el indebido empleo de caudales ajenos del erario público.
La honra de su laurel se marchita tras árboles caídos, hectáreas incendiadas, ríos desbordados, puentes derrumbados, supremacía mancillada…
Tambaleante hoy avanza ensangrentado portando sus estiletes quebrados, sintiendo el peso de sus puños aherrumbrados y su peto chafado.
Derrocado por la ceguera de consigo mismo y el mal tejer de las entretelas de un gobierno, deja a su ida las huellas de su pesado tallo cabizbajo.


lunes, 4 de abril de 2011

Anuncio por palabras.

Mañana, martes 5, a las 21:22 te espero donde el cinéfilo rincón de la plaza Callao mira de reojo como Gran Vía prosigue su longo discurrir de asfalto y farolas. Vestiré un vestido negro con motivos, medias caldas, botines de medio tacón, americana entalladamente oscura y labios rojos. En la mano portaré el folletín de aquella última obra. Mi pelo quizá más largo y oscuro, quedará ciertamente ondulado por el bochorno- no titubees en si soy yo.
Será mi último intento. Después, el camino que tome cambiará totalmente de dirección; dejando atrás esa inicial ruta pasionalmente desenfadada en su planeamiento.
Contente- en caso de asistir- del siempre recurrido lamento, el de ser yo la incipiente semilla que sembró el encinar de tu desencuentro conyugal. Tú, decidiste regar la germinante y cobijarte a su sombra.
Siempre tuya. Mararia.

sábado, 2 de abril de 2011

Sed.

Sedientamente mi cuerpo se incorpora de la silla con vistas a nubes que precipitarán a no tardar. Sed. No me costaría el más mínimo esfuerzo dejar correr el agua del grifo y saciarme, no lo haré. No gastaré una minucia de mi esfuerzo para quedar satisfecha, hoy no, mañana tampoco, pasado… tal vez.
Mis labios se agrietan endulzándose contentamente con saliva, mi escamosa lengua apunto de lijar ya mi paladar se revuelve ansiadamente; me susurra: “sólo una, una mísera gota”. No habrá gota alguna que corra entre estos carnosos. Quiero conocer la sensación de desfallecer por la falta; sentir como mi mente ladea su imaginación torpemente hasta un oasis repleto de flujos emergentes,  percibir las salpicaduras de las gotas en mis pies, la humedad que desprende la frondosidad ondulando mis cabellos y retorcerme en el sumergir de esa fresca. Volver a descubrir su textura en mi boca, asomarme ante su transparencia incolora a través de un cristal y sorprenderme con el reflejo que me brinda, que su inodoro sabor penetre en mi olfato y su fuerza entalle en mí su espuma.
Venderé mi sed cerca de un manantial en su virginidad voluptuosa, sin la intención de adquirir ni un suspiro de sus gotas…
Saber de mi irrefrenable anhelo hace desear vehemente, más aún, la contención del mismo; no quisiera avezarme a la necesidad.