miércoles, 18 de mayo de 2011

...se hace camino al andar.

Desde que tengo uso de razón él siempre ando con la lucha de los derechos de ciudadanos; quizá fue porque le tocó vivir de cerca la represión entre las mordazas de un militante ilegítimo. Algo que aún conservo de aquella educación paterna fue la de luchar por aquello que deseo, no rendirme; pero no dejar que hagan sonar el crujido de mi cráneo.
Aún con estos referentes referenciados algo falló. Supongo que la comodidad de una juventud copiosa hizo olvidar ciertos valores inculcados. Estudios, pagas, salidas nocturnas, botellones, algunos caprichos… la juventud parecía estar resuelta, pocas preocupaciones quebraban mis sesos.
Con el tiempo algo empezó a fallar. Me encontré de repente en tierra de nadie ante una plaga de necedad sordomudamente ciega. Había pasado tanto tiempo en mi burbuja del bienestar otorgado que no fue hasta que aquel camino borreguil hizo su parada en: “Aquí comienza su vida adulta- sentimos las molestias por obras”, cuando empezó todo.
Aquel lugar estaba atestado de socavones, cables pelados, muros derruidos, goteras, vigas inestables… La gente precipitaba al vacio de aquellas oquedades, estaba empapada por todas aquellas goteras, o se postraba electrocutada… En menudo caos fui a parar. Realmente habría que llamar a una cuadrilla de operarios que arreglara todo aquello. Pregunté a los semejantes que pasaban por allí, y nada. Obtuve respuestas muy variadas, eso sí. “¡Psstt! ¿A mí qué me estás contando?”, “Y que yo me queje… ¿de qué servirá?”, “¡Baaaah! Yo con rozar los mil, me conformo.” “Pues sí… vaya mierda. ¿Unas cañas?”.
¿Qué estaba pasando? A caso toda esa gente llena de energía, carente de arrugas y canas no veía lo que yo, y si lo veía ¿pasaba? Yo no fui menos, pasé de igual modo.
Aún así me seguía sintiendo ridícula en aquella atmosfera del conformismo, desidia, mal-hacer, etc. No entendía cómo aquella gente si podía encontrar la unidad ante la posibilidad de que un equipo de fútbol ganase un Mundial, o que algunos incluso fueran capaces de enfrentarse a la autoridad policial por reivindicar eso de botellón en plazas, u otros se negaran en rotundo a dejar el cigarro a la entrada de establecimientos arriesgandose a sanción… Algo chirriaba tan agudamente... no éramos capaces de afinar los oídos y percatarnos de que nos estaba dejando sordos.

Hace un par de días el chirrido se atenuó, se convirtió en el estruendo de jóvenes al unísono de revueltas. Esto me hizo volver a creer lo que sospechaba, no le había comido el gato la lengua a la juventud. Un poco tarde, quizá a destiempo, pero despertaron del letargo algunos adormilados- entre esos yo misma.
No puedo evitar ilusionarme por lo que oigo, veo, leo- tanto para bien, como para mal. Todo este romanticismo inicial- el de estas explosiones espontáneas o no planificadas- en diferentes puntos de la geografía Española pueden ser el detonante de la chispa que hace falta para una verdadera reconstrucción de todo esto.
Sin embargo, la consecución de la democracia real requiere un trabajo meticuloso y prolongado; habrá que concretar más ideas, crear una asociación, quizá un partido, algún líder o cabeza visible para llegar al parlamento, tener algún poder de influencia, etc.etc...- la gente no vota abstracciones.
Desconozco a que llevará todo esto, pero lo que no quisiera es que todo esto quedará olvidado, en cuestión de semanas, y no saber porqué comenzó todo. Solidez.
Probablemente muchos prefieran contemplar la imagen de un pasado inmediato próspero y estable, a la de un futuro repleto de incertidumbre y aventuras; donde no se cuestione la autoridad ni la naturaleza del sistema, sino más bien a los personajes que lo pululan y se albergue esperanzas en que sus reservas mejoren la situación- en caso de fallo. ¿El personal realmente quiere más de lo mismo con una gestión eficaz?

Desde que me apeé en aquella parada de lo adulto aprecié ese borrón- que tan feo hace- llamado crisis en todo un sistema político e institucional,  que ha venido condenado a una generación, sin techo, ni futuro… No obstante, todos tenemos nuestra parte de responsabilidad ante este borrón, y aunque ha podido venir impuesto por el sistema capitalista, por acción u omisión nadie podemos irnos como si nada. El sistema actual debe cambiar para adaptarse y hacer frente a los problemas de esta sociedad- los de todos-  y en este quehacer no sólo son los partidos son los que deben cambiar y ponerse a trabajar. No podemos dejar en manos de esos “profesionales de la política” nuestras vidas.

Llamadme ilusa… pero creo que nunca es tarde.




[Caminante no hay camino, se hace camino al andar.]


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