sábado, 28 de mayo de 2011


En los tejados madrileños maullaba cantando a la luna de aquel cartel.
Se relamía los bigotes del sabor de lo jugoso que algunos desechaban.
Retozaba entre periódicos pasados, aire viciado y tejas ahumadas.
Sus orejas engrandecían con el ruido sonoro de los murmullos nocturnos,
 sus garras afilaban las rejas de los balcones.
Quería alcanzar las noches estrelladas con el contonear de su espinazo,
aullar para fundirse en una eterna nocturnidad…
Extasiado en un frenesí,  desafiando la gravedad en equilibro,
 danzaba de lado a otro con el timón de su extremindad.
No fue capaz de sortear la inestabilidad de la ingravidez.
Fulminado, precipitó escuchando su último latido al son del crujido de su cráneo.
Salpicó los adoquines de vida nocturna y pardo pelaje.




[El clan de los Búhos]

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