lunes, 23 de mayo de 2011

 




Querida madre,

He decidido que la vida en el campo no está hecha para estas delicadas manos callosas. Necesito aventuras, saber que del mismo modo que pueden llegar a cuartearse pueden resultar suaves como seda.
 Quiero amaneceres y chaparrones incrustados en la retina de mis recuerdos. Saciarme de sed y rugir de hambre. Saber lo que es la vida por mí misma, detesto vivirla a través de las palabras vacías de otros.
Me voy para poder volver algún día. Estaré bien, me llevé lo necesario.

Siempre tuya,
Juana.


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