martes, 15 de marzo de 2011

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Se me olvidó que el olvido había olvidado hace ya tiempo aquello.
Se me olvidó que olvidé tus pasos apresurándose a los míos hasta el choque.
 Se me olvidó que olvidé el sonido del impacto de nuestros huesos.
Se me olvidó que olvidé las zancadas de los huesos acompasadas por tus ojos.
Se me olvidó que olvidé tus impasibles ojos reflejando mis carnosos.
Se me olvidó que olvidé los reglados a petición mía.
Se me olvidó que olvidé tus peticiones de saber llegar a tiempo en el momento. 
Se me olvidó que olvidé tus intereses, por momentos, los que despertaban los míos.
Se me olvidó que olvidé el despertar de promesas y devenir de sueños anudados.
Se me olvidó que olvidé los sueños enviados a ninguna parte.
Se me olvidó que olvidé las postales enviadas y recibidas sin remite ni continuidad.
Se me olvidó que olvidé los continuos remiendos descosidos y las riñas de cejas fruncidas.
Se me olvidó que olvidé el tacto de tus cejas en mis yemas.
Se me olvidó que olvidé tus manos me cobijaban de la lluvia.
Se me olvidó que olvidé el olor de lluvia en tu pelo de aroma azabache.
Se me olvidó que olvidé el aroma de la ropa revuelta en sábanas.
Se me olvidó que olvidé como mis ropas se deshojaban al caer el cálido Sol.
Se me olvidó que olvidé el calor de ese aliento y gelidez de esos lazos en forma de brazos. 
Se me olvidó que olvidé los brazos en esa barandilla, el picor de alfombra y el mármol   escalonado en mis pies.
Se me olvidó que olvidé las tortuosas escaleras embarradas hacia a tu cobijo.
Se me olvidó que olvidé la ausencia de lecho que provocaste en las oquedades de días de misa.
Se me olvidó que olvidé el hueco que quedaba entre tus dientes al sonreír.
Se me olvidó que olvidé la partitura de tu sonrisa, de tus valores y principios, que mi guitarra no fue capaz de interpretar.
Se me olvidó que olvidé la capacidad de sumar problemas subjuntivos con juicios de valor.
Se me olvidó que olvidé el subjuntivo de enconar en contra.
Se me olvidó que olvidé el encono de las supuradas heridas.
Se me olvidó que olvidé las cicatrices de mi propia traición excusándome en un amor sin miramientos.
Se me olvidó que olvidé el anhelo de un amar tras unos puntos suspensivos.
Se me olvidó que olvidé el punto y final que me condujo al olvido.
Se me olvidó que te olvidé.

1 comentario:

  1. QUE CON ESTE PROYECTO DE RECORDATORIO, NUNCA SE TE OLVIDE QUIEN, DONDE Y COMO, EN LOS TIEMPOS Y MOMENTOS DE LA LINEA DE LA VIDA.

    JUAN CARLOS CASTAN.

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