martes, 28 de junio de 2011

La guitarra & la mota


   Él era una guitarra… desafinada, ella una mota de polvo… minúscula. La cual pasaba desapercibida entre tanta maraña de pelusas que atestaban el cuarto donde permanecía aquella guitarra encerrada noche y día, esperando por su dueño. Este nunca volvió, dejó que las pelusas y el polvo carcomieran sus acordes. Ella fiel, se adhería a su barnizada madera, estirando lo que parecían dos finísimos bracitos para estrechar así a su juglar; consolarle en su tristeza. Sin embargo, aquel instrumento ni se inmutaba de la presencia de la pequeña minúscula mota, pues cientos de ellas asediaban su madera, su mástil, sus cuerdas…

Una mañana de domingo, la madre de aquel chaval- que nunca volvería- se armo con una mopa y un desmesurado valor mientras se mordía el arrepentimiento de entre los labios. No quería humedecer aquella habitación con más manojos desconsolados de dolor. Ya no volvería, tampoco el tiempo perdido.  
El quitapolvo, la mopa y el cepillo contuvieron las lágrimas a través de un impulso obsesivo de fanatismo por la limpieza. A cada gota de quitapolvo emitida, la diminuta mota se aferraba más y más a la madera.
Llegó a la guitarra, su corazón se encogió en un suspiro de recuerdos. Limpió precipitadamente el polvo caduco, que reposaba en ella, y cerró la habitación.

De nuevo aquella guitarra quedó abandonada, olvidada, esperando volver a ser tocada; con la extraña sensación de que su madera añoraba algo. No era el tacto áspero de aquel chico, era algo insignificante, quizá, algo minúsculo. Algo que incondicionalmente, durante aquel olvido, acompañó su espera. Algo que hasta ese instante no había llegado a apreciar1; la grandiosidad de aquel minúsculo detalle, en forma de mota, que sin saberlo le hizo dichoso.





1Su madera y betas no eran tan diferentes del conjunto de huesos y carne de aquella madre.


[Después de 10 meses coincidiendo cada día con gente estupenda, 2 despedidas emotivas-más las que están por venir-, 60 minutos de autobús de camino al trabajo tras más de 24 horas sin dormir… escribí esto en cuestión de 10 minutos frente a la máquina de café… con 1 sonrisa.]

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