miércoles, 22 de junio de 2011

Armada

Comienzan a contraerse los músculos faciales… dando paso a la relajación y desinhibición desasosegada. Demasiado tarde para el pudor a la desnudez…
Se dibuja a pincel, vivamente, una tonalidad de desenfadaos rojizos dilatados hasta hacer visible una delgada línea -desvergonzada por momentos- de blanquecinas manchas. Exquisito nácar.
Al compás, comisuras en los ojos envidiosas entran en ¡rebeldía!; contorneando arrugas, entrecerrando párpados.
Pupilas, incapaces ya de distinguirse entre la delgada abertura de párpados, se difuminan eclipsadas por la entonación de una sincera sin dubitativas. Cientos de miles de imperceptibles factores, todo un arsenal  de minuciosos detalles, colapsan concentrados en un diminuto expositor… una sonrisa.

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