viernes, 4 de noviembre de 2011

Amigos *


-Hola..
-Buenos días… (sonrío)
Sí a ti. Sí, sí… No mires para otro lado, no gires la mirada como si esto no fuera contigo, como si fuéramos dos desconocidos. Creo que ya hay suficiente confianza ¿no? Después de estos dos años podríamos incluso considerarnos amigos, ¿no crees? ¿no? Pues yo así lo creo. Llamé osada.
La verdad es que he llegado a conocerte muy bien, demasiado bien diría yo. Sé que cada mañana desayunas una manzana de camino al trabajo y prefieres el cola-cao al café. No sueles cocinar en casa, eres más de comer fuera, aunque no se te da mal eso de cocinar…  Haces unas berenjenas al horno de lujo, tanto, que han servido en más de una ocasión como arrojadiza arma de seducción en citas en tu casa. Seguro que tras cenar berenjena espolvoreas canela en tus postres, buen conocedor de afrodisiacos tú.

Trabajas como ingeniero en una empresa de telecomunicaciones, empezaste haciendo prácticas, te vieron tan capaz y locuaz que no dudaron en contratarte; y allí llevas casi ya dos años, feliz. Eso sí, el frenético ritmo laboral no te desquita de tu entrenamiento diario de cincuenta y cinco minutos de carreras alternadas con musculación los días impares, los pares los dejas para relajarte nadando una horita. No te gustan los bañadores largos, odias como te deja el pelo el gorro de piscina y no te desagrada del todo el olor que te deja el cloro en las manos.
Eres un ser peculiar en cuanto a olores se refiere, de pequeño pensabas que tu extraordinario sobre-desarrollado olfato podría derivar en un sentido arácnido que te colgaría por las alturas madrileñas. Te chifla mirar desde los bajos las alturas, a veces te quedas minutos mirándolas con la boca abierta como un chiquillo mirando luces navideñas.

La Navidad… la soportas a medias. Las aglomeraciones no tanto y qué decir de la hipocresía navideña que florece, aún así, te hace sentir arropado por las capas múltiples de jerseys y camisetas que portas y por las múltiples bufandas, guantes y gorros que cada año te regalan tus cinco tías. No eres de hacerte propósitos de año nuevo.

Te encanta hacer regalos, más bien tener detalles a destiempo como los llamas tú. Sueles sorprender a quienes te rodean con algún detalle inesperado. Es lo que nos encanta a las mujeres, ¿sabes? Si alguna de mis parejas hubiera alguna vez tenido algún detalle a destiempo… no tendría la colección entera de getas y cafres de pelo en pecho.
A pesar de eso, eres un hombre como todos… que al ver por primera vez una mujer no ve más allá de un escote o un trasero. Aunque eres un tipo discreto y no dejas reguero alguno de baba. Se agradece, no sería la primera vez que me escalabro con la ensalivada testosterona de algún amigo. Me pregunto si alguna vez te habrás fijado en mí como lo haces cada vez que cruza la puerta una nórdica de metro ochenta. Sé que alguna vez me has mirado, más de una vez hemos compartido alguna mirada furtiva o sonrisa en alguna situación graciosa. Incluso hemos compartido indignaciones o empujones, ¿recuerdas los del último verano con la llegada del “tsunami papal”?

No tienes hermanos, tienes hermanastros que con el tiempo se ha convertido en algo más parecido a amigos que a hermanos. Esperas un “sobrinastro”, no sabe ni andar y ya tiene triciclo propio, entrenador personal de natación y iPad. Serás un buen “tiastro”.
Te gustan los niños, como entretenimiento no como obligación. De no haber terminado la ingeniería te habrías pasado a hacer magisterio. Sin embargo, Lucy, tu novia de facultad, te dio el empujón que necesitabas. En tus primeros meses de prácticas y en su segundo año de doctorado ella se marcho a Escocia a hacer una estancia y tú decidiste que la cama de su compañera de piso resultaba más cálida que su ausencia.

No eres amigo de hablar por teléfono pero tu madre te llama desde Gijón cada lunes para ver qué tal comes, llamas a tu padre cinco veces al mes a primera hora de la mañana para saber de él, Susi llama casi cada semana para chismorrear y hablar de crisis varias,  Rafa te llama cada jueves, con puntualidad inglesa, a las seis y veinte; habláis de la semana, de los planes para el fin de semana y acabáis quedando en Whellams para compartir un par de cervezas, o tres, o cuatro…

Eres amante de la música, conoces casi cada guitarrista, bajo, violonchelista, cantautor,  saxofonista, tenor, trompetista, soprano, banda, director de orquesta, percusionista, solista… de medio planeta. Coleccionas instrumentos. De niño tocabas el violín y el piano. Ahora sólo quedan algunas notas nubladas en tu memoria que en ocasiones despiertan del letargo.

Como has podido apreciar… escribo. No soy una gran escritora no ostento a tal galardón, de momento trabajo como periodista deportiva para un diario digital, de ahí que siempre lleve en la mano algún periódico de tal calibre. Qué ironía ¿eh?, si ni siquiera me gusta andar. Quizá, algún día puedas llegar a leer mi propia columna en algún periódico nacional y ,quizá, sea ese día cuando sepas mi nombre. Tú tienes pinta de Toni o Martín. A parte de escribir, interpreto. Esto ya lo sabes pues en más de una ocasión te he pillado entrometido en alguno de los guiones teatrales que memorizo durante el trayecto. He trabajado en alguna obra conocida, con papeles secundarios siempre. Ese es mi gran sino, siempre he sido secundaria para todo. La segunda hija de cuatro hermanos, la segunda de mi promoción de Secundaria, la segunda en el campeonato manchego de ajedrez, hasta vivo en un segundo.

Próxima parada: Goya. Correspondencia con: línea 2

Oh… vaya, esta es mi parada. A ti todavía te quedan cuatro. Bueno pues… hasta la tarde a eso de las seis y diez, si ninguno de los dos se entretiene. Quizá tras el habitual saludo tenga el valor para decirte algo más. Pasa buen día amigo de rutina.






[No sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, más que una realidad un hecho. Cómo añoro escribir en los vagones.]



*Forma parte de la serie de relatos: “Correspondencia con”

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