En ocasiones, encontré palabras que tomaban el
camino equivocado y eran capaces de provocar una malísima digestión. Esto podía
empeorar, incluso más, al ingerir silencio como postre.
− ¿Van a tomar algo más los señores?
¿No tendrá… un digestivo convencional?, pero
antes de preguntarlo mi voz interior solía susurrarme a gritos: no surtirá efecto.
−Nada más, la cuenta por favor.
Y con aquella desazón e indigestión, ya tan
habitual, hacía lo que mi doctor solía desaconsejarme en estos casos, beber
alcohol como posible lavativa; pues el olvido que este me producía era sólo
pasajero.
Mejor
servirme otro whisky on the rocks, a falta de algo mejor.
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