Las tejas conformaban los cimientos de un hogar de lo absurdo. Con vistas al mar en dirección a la montaña, donde los ratones cacareaban, los renacuajos revoloteaban, el Sol pernoctaba…
En aquel escondrijo de escaparate, habitábamos sin hallarnos. Amargabas la más dulce de mis sonrisas, hacías estallar a carcajadas mis trémulas lágrimas, desanudabas mi desatada mirada. Hiciste de la lluvia un oasis desértico. Los silencios plagaban las conversaciones. Mirábamos a ciegas, andábamos sin piernas…
Incompletos, tarados…
Así éramos, sin serlo.
Jeje. No digo nada pero a día de hoy tienes 69 entradas! Muchas felicidades !
ResponderEliminarA parte de eso... ese tipo de taras son las que hacen a las personas y a los momentos genuinos.
Clavel.